… Llancanelo va y viene… tal como el día; hasta el otro día…
Por el Lic. Heber Sosa
En el marco del proyecto: “Implementación del Plan de Conservación de Aves Playeras de Argentina”, en el que Llancanelo es uno de los cinco sitios de implementación, junto con la Albufera Mar Chiquita (Bs. As.), Monumento Natural Laguna de los Pozuelos (Jujuy), Punta Rasa (Bs. As.), y el Parque Nacional Ansenuza (Córdoba), desde el mes de febrero de 2023, venimos realizando censos de playeros, desde la Fundación Humedales con el apoyo de los guardaparques de Llancanelo dependientes de Dirección de Recursos Naturales Renovables de Mendoza. Y hasta la fecha se registraron unos 8000 individuos de estas aves, de las cuales el playerito unicolor fue el más abundante. El proyecto continúa hasta marzo del 2025, con la idea de analizar el estado de estas poblaciones y diseñar estrategias de conservación de estos ambientes.
En resumidas cuentas, podemos decir que la Laguna Llancanelo está comenzando un ciclo de recuperación gracias a los aportes hídricos que viene recibiendo del río Malargüe y de las lluvias locales ocurridas esta última temporada. Es importante tener en cuenta que estos ciclos, si bien son naturales, en la actualidad se encuentran influenciados por el uso del agua que se hace en el oasis y que se va incrementando con el crecimiento de las zonas urbanas y sectores bajo riego.
También es necesario considerar que no es la primera vez que Llancanelo pasa por períodos de sequía, y que la laguna pierde superficie. Vale recordar en el año 1990 el espejo se redujo a un 19 % de su superficie y en el 1998 alcanzó un 74 % de llenado, respecto a su cota máxima. Más recientemente en el año 2014 el espejo de agua se redujo a unas 430 hectáreas, apenas un charco, pero en el año 2016 volvió a recuperarse a unas 7000 hectáreas. Registros más antiguos, nos cuentan los pobladores locales que en la época de sus abuelos la laguna quedó totalmente seca por varios años. Y así, cumpliendo con su ciclo, Llancanelo vuelve a recuperarse junto a toda su biodiversidad que acompaña pacientemente sus distintos estados que viene repitiendo milenio tras milenio.
Es por eso que, tal como lo hace la biodiversidad, que resilientemente resiste y se adapta a estos cambios, nosotros las personas comunes, y sobre todo los que deciden sobre el manejo y conservación de esta Reserva emblemática de Mendoza, tenemos que aprender de su dinámica, y actuar en consecuencia. Entender que este tipo de humedal manifiesta fluctuaciones muy dinámicas que transforman el ambiente de un extremo a otro en cortos períodos, y que la diversidad y sus servicios ecosistémicos van cambiando en tiempos que difícilmente coincidan con los tiempos nuestros.
Y si de alguien tenemos que aprender, de su paciente capacidad de adaptación a estos cambios, es de los crianceros y puesteros que viven ancestralmente dependiendo de este humedal. Ellos están, se quedan, se esfuerzan para poder resistir a cualquier cambio, por más drástico que sea, crían a sus hijos mantienen sus familias, sus costumbres y su cultura, desarrollan sus actividades productivas y cuidan sus recursos más que nadie, porque de ellos viven, viven de las pasturas naturales, de las fuentes de agua dulce, estén en superficie o en las profundidades, viven de la leña, los barros y las jarillas para construir sus viviendas, utilizan las rocas que entregaron los volcanes para construir sus corrales. Viven de los servicios que les brinda el humedal, por eso lo esperan, respetan sus cambios y lo cuidan. Aprendamos de ellos, es una buena fuente de conocimiento.